domingo, 27 de mayo de 2012

Inquietud

2.39 am. Aunque mañana, que es lunes y no madrugo, ya debería estar durmiendo, para ordenarme, para no ser un zombie y para cortar el círculo vicioso de dormir tarde y despertar tarde, perdiendo toda la mañana.
Detalles horarios aparte, el motivo por el cual me mantengo despierto y sin poder conciliar el sueño a esta hora es bastante claro el origen. Si, aún habiendo tomado 1,5 mg de clonazepam, el ingrato de Morfeo hoy no quiere venir.
Ya prendí la tele y miré cosas intrascendentes, que como una burla de la mente de repente me empezaron a parecer interesantes los doblajes de televentas de la máquina fabricadora de pan o del rodiilo mágico para pintar la casa.
Me puse a escuchar música, que en ocasiones me relaja, pero tampoco funcionó.
La Hermandad del Honor, de Jorge Fernández Díaz, libro de cuentos heroicos sobre gente anónima como vos o como yo, me terminó atrapando. De modo que revoleé al otro lado del cuarto.
Finalmente, se me ocurrió que escribir a cerca de lo que me pasa sería un drenaje de tanta ansiedad e inquietud, y quizás después de lanzar todo lo que siento que tengo atragantado pueda dormirme en paz.
Luis y Alejandro. Dos nombres que en estos días se volvieron importantes para mí.
Pero en este post voy a hablar sólo de Luis.
A Luis lo conocí hace 3 semanas. Un domingo al mediodía, Ya veníamos hablando por teléfono hacía 15 días. Como suele suceder cuando dos personas se gustan, no sabemos muy bien porqué. Tampoco es que nos lo preguntamos. Solo lo disfrutamos, y mucho.
Creo que es la primera vez que me pasa que tengo tanta piel con alguien, tanta química. Además es muy inteligente, culto, divertido, educado, me siento muy cómodo con él. Y lo curioso es que a él le pasa lo mismo conmigo. Lo dijo él antes que yo, lo que me sirvió para corroborar que era recíproco, gracias a la providencia. Éstas cosas suceden cada año bisiesto
Después del primer encuentro con Luis, todo un domingo, me surgieron muchas dudas. Las lógicas, supongo. Lo volvería a ver? Habrá disfrutado tanto el tiempo como yo?
Los días siguientes, hubo problemas de comunicación conmigo de parte de él, hasta llegué a pensar que ese encuentro había sido todo. De modo que como no contestaba mis mensajes, escuetos por cierto, de buenos días y de cómo estas? decidí hacerle un sutil reproche, agarrándome un poco de su educación y cortesía, ampliamente demostradas. Recogió el guante, me dió la razón y empezó a comunicarse conmigo, lo normal, 1 o 2 mensajes por día.
Siguiente domingo, situación parecida, mas piel aún, mas paseos, mas charlas, mas mimos. Y el comienzo de mi curiosidad por su vida, de la que había soltado poca prenda, a diferencia de mí, que soy mas abierto y mas comunicativo.
Al tercer encuentro dominical, hoy, o mas precisamente ayer, vino mas temprano de lo habitual, ya que el día anterior yo me lesioné la mano en el court y suspendí los partidos de hoy. Entre los llamados para ver cómo estaba (gesto que por supuesto valoré) me había propuesto almorzar juntos. Yo pedí unas empanadas, que llegaron junto con él. Con una cara que a mi me denotó sinceridad dijo: Estoy muy contento por volverte a ver. Las empanadas podían esperar y se enfriaron. Casi 2 hs después las estabamos comiendo.
Después vino la merienda y el paseo.
Y mirar abrazados la gente a través de la ventana, cuerpo a cuerpo, aunque sin connotación sexual explícita. En silencio.
Ante mi invitación de quedarse a dormir la respuesta fue: No, porque no dormiríamos. Mas allá de que suene interesante, mi idea era esa: DORMIR. Dormir con alguien y despertarme con alguien. No fué. No me desesperó. Necesitaba dormir solo de todas maneras.
Luis es un chico de pueblo, con todo lo que eso implica. Un profesional en un pueblo tiene un lugar social muy codiciado. Es una persona a quien se respeta, y a quien se trata con mucha deferencia y dedicación. Lo se por experiencia propia. Él disfruta de eso, y reniega de que acá en Buenos Aires es un NN. Y siente que los porteños lo hacen sentir "de afuera".
Yo no puedo decir lo mismo, si bien no soy una celebridad acá ni mucho menos, me gané un lugar que creo importante. Y jamás sentí que alguien me quisiera dejar de lado por ser del interior. Mas bien todo lo contrario, que si era del interior, era buena gente, dato discutible por cierto. Mas allá de eso, jamas me sentí discriminado y supe abrirme camino y hacerme un círculo social por donde navego como pez en el agua.
Esta situación, y esta mentalidad de pueblo no evolucionada, lleva a Luis a pensar que él en su pueblo jamás podría decir que es gay, ya que eso le significaría el escarnio social. Creo que esta un par de casilleros por detrás mio en estas cuestiones, y lo digo desde la mas absoluta humildad.
Esa misma mentalidad pueblerina, creo yo, le impide pensar en una relación de noviazgo o pareja. Algo que yo sí quiero. Mientras tanto, la verdad sea dicha, somos amigos con derechos. Que nos vemos los domingos y la pasamos muy bien.No se si es lo que quiero, pero como lo disfruto, lo voy a mantener hasta que algo me haga cambiar de opinión.
Hoy, particularmente, él se abrió un poco mas, y me contó mas detalles de su vida. Y cocinó en casa. Y charlamos de política (es abogado), de arte, de historia universal y hasta de mitología griega. Todos los chiches. Hasta me permitió manejar su auto, cosa que yo interpreté como una señal de confianza.
Cómo me siento? Inquieto. Intranquilo, porque me están pasando cosas que hace rato no me pasaban. E ahí el kid de la cuestión. Y el motivo del insomnio. Y la pregunta: ¿Esto en vez de generarme inquietud, no debería generarme una especie de alegría, o sensación de estar contento? Evidentemente, la ansiedad me tapa un poco, porque debo admitir que me siento mejor que antes de conocerlo.
Dos cosas que creo ver: el miedo a enamorarme, y otra peor: el miedo a ser incapaz de enamorarme otra vez.
Se trata, creo, de aprender a disfrutar de la incertidumbre. Del no saber. De pensar que las cosas pueden ser diferentes a las que uno piensa. Para mejor o para peor.
Parece que dió resultado. El sueño llegó.
El post de Alejandro será mañana.
En este momento recuerdo una frase de mi querido viejo: "Animate, dale. El mundo es de los que se la juegan". La voy a tener en cuenta.
Hasta mañana.